domingo, junio 27, 2010

Un mundo nace cuando dos se besan

El beso, ese que esconde tan sencilla y tan magnifica manifestación de fraternidad casi exclusiva del espíritu humano, ese que una madre entrega a su recién nacido hijo, pero ese también que una mujer le comparte a un hombre y lo transforma en parte de su vida, ese que dos amantes se dan al fundir sus labios, es esa conexión básica, instintiva e indispensable entre dos seres buscando una libertad necesariamente compartida con otro ser y que no es encontrada en ningún lado, esa que no puede ser obtenida, ni comprada de ninguna forma mas que por convicción y deseo mutuo; al aprisionar otros labios, ya sea con dulzura y ternura o con una pasión desmedida se genera una fricción de la cual se desprende una energía de proporciones exorbitantes que lo único que se puede hacer con ella es canalizarla, dirigirla y enfocarla hacia la otra persona, contagiarla en ese afán generador que conlleva a crear un sin fin de emociones y de sentimientos y generando a su vez una retroalimentación de energía, transformada en calor que bien podría haber sido la creadora de otros mundos por la energía desprendida del contacto humano, del ímpetu y del deseo generado por el mismo; sometiendo los propios labios a tan magnifica y exquisita aventura sensorial, la comunicación creada a partir del beso trasciende al emisor y el receptor y los conecta de forma definitiva por un momento en el mismo espacio, compatiendo el mismo sentimiento y habilita un canal donde el mensaje es en si mismo el beso entregado y recibido recíprocamente pero el trasfondo de el es una expresión de vida, compartiendo el sabor del sentimiento propio en los labios del otro, describiendo un preludio antes de comenzar la ejecución de una obra magistral, de la cual los labios son los instrumentos ideales de esta obertura y cuyo propósito es este, sin lugar a dudas, pues para ello fueron creados; se le da pie a la antesala en donde todos los elementos perfectamente se disponen para compartir el mensaje y hacer que arribe de forma adecuada a su destino, llegando el mensaje a un desarrollo donde el beso mismo se convierte en un todo, donde no existe tiempo, dolor, barreras, en donde se desprende del prejuicio y se abraza al beso mientras el abraza los labios del otro que en su singular gesto no espera nada mas que la retribución del placer dado; el desenlace y sus posibles secuelas son profundamente discutidas y negociadas sin pronunciar palabra con el roce y las caricias de la piel, de los labios y de los sentidos, es aquí donde los sentidos, el cuerpo entero, la piel, los ojos y las manos cerraran el trato, el dialogo fue concluido y pactan nuevas sesiones, ya que un beso rara vez es una aventura de un solo episodio; cabe mencionar que el beso es una invitación abierta, y el recibirlo abre las puertas a un sin fin de diálogos futuros; darlo entrega las llaves a la fuente que origino el mensaje, creando así un dialogo completo en donde las palabras no tienen cabida, ya que cuando el mensaje es tan directo, tan fuerte y tan claro las palabras solo entorpecen y complican la sencillez de tan básica comunicación, la cual es difícil malinterpretarla y no se necesita mas que el mensaje per se para entenderlo y compartirlo.

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