jueves, mayo 06, 2010

El Amor es como un deporte extremo.

Mi misión es explicar cómo el enamoramiento se parece a los deportes extremos. He practicado ambas actividades con pasión y determinación, los que me conocen saben que si algo se hacer bien es entregarme a lo que me apasiona y me llena, he sentido de primera mano todo aquello de lo que debo hablar, y sin embargo, sigo pensando que describir todo esto en simple química es un pecado reduccionista que me rehúso a cometer. He decidido, en lugar de escribir un artículo, invitarte un café, y tal vez, llegar al meollo del asunto. ¿Te animas?
Hace poco comencé a correr. No presumiré de tener una súper condición física pero soy amante de la aventura y el reto, aunque también soy un fiel practicante de los placeres de la cama: comer dormir, leer, etc. Algo que me llamó la atención al terminar las primeras carreras que me propuse realizar (unos tristes 5km, algo de rutina para muchos, pero definitivamente un logro que he llevado a diario desde hace ya varias semanas) es que me sentía relajado, y feliz, cansado, y adolorido, pero decididamente eufórico. Me hizo recordar mis recientes aventuras, saliendo de campamento, escalando, rapeleando y llevando mi vida a experimentar distintos retos, que no enfrentaba antes; después de algunas de estas aventuras a pesar de no poder subir bien escalones y caminar como gato espinado, sentía un bienestar que me duraba durante semanas, me hacía lucir una sonrisa y me daba una dosis de poder, me sentía invencible. Esta sensación, aprendí después, se la debía a las endorfinas, unos neurotransmisores semejantes al opio que se secretan durante el ejercicio intenso, el dolor, el peligro y el estrés (estos dos últimos casos, junto con la norepinefrina), todos ellos debido a las actividades que te retan, que te hacen sudar la gota gorda y te mantienen al filo de tu resistencia, te hacen exigirte más para conseguir llegar más lejos y vencer tus límites y conquistar nuevas fronteras. Precisamente por la culpa de las endorfinas es que te vuelves adicto a las emociones fuertes, al deporte extremo y deseas continuamente experiencias que te satisfagan más, te reten y exijan ese extra que sabes que puedes dar, pero que no siempre lo haces.
La dopamina también tiene algo de culpa. Este neurotransmisor se secreta cuando hacemos algo que nos hace sentí bien; ya que estimula los centros de placer del cerebro. La dopamina funciona como las anfetaminas, afectando tus patrones de sueño, hambre, concentración y estado de ánimo. Lo cual me lleva al tema en cuestión. Hace algunos ayeres conocí a una persona: guapa, inteligente, y compartíamos muchos intereses. Cuando la veía, por culpa de la norepinefrina, mis manos sudaban, mi pulso y respiración se aceleraban y mis pupilas se dilataban, signos inequívocos de atracción. Por culpa de las endorfinas andaba de buen humor y con una sonrisa idiota por la vida, y por culpa de la dopamina no me importaba desvelarme, ni pasar hambre con tal de pasar un par de horas con ella. Estaba irremediablemente enamorado, y mi cerebro me mantenía "dopado" con altas dosis constantes de dopamina, norepinefrina y endorfinas.
Vivimos una relación increíble durante algunos meses, y después, por razones que no vienen al caso y que no vale la pena relatar aquí, terminó. Los efectos de la dopamina son pasajeros. ¿Recuerdas cuando mencioné que las endorfinas y la dopamina se parecen al opio y a las anfetaminas? ¿Te puedes imaginar entonces lo que sucede cuando ya no tienes lo que estimulaba tan eficientemente el centro de placer de tu cerebro?, todos lo hemos sentido alguna vez, algunos lo superan rápidamente, otros no, algunos mas lo remplazan de distintas formas. Lo que sientes cuando termina una relación es muy parecido al síndrome de abstinencia de cualquier droga. No encuentras sosiego en ningún lado, y lo que antes te causaba placer, ahora ya no te interesa.
Quizás por eso cuando terminas una relación te metes al gimnasio, o sales a correr, o te montas en la bicicleta, o terminas como yo, escalando lugares cada vez más altos, buscando retos más demandantes y viviendo la vida minuto a minuto; una manera de mantener al cuerpo produciendo los neurotransmisores que te hacían sentir tan bien.
Ya para terminar esta charla, el centro de placer del cerebro, ayudado por la dopamina y las endorfinas, se aseguran de que sigas realizando actividades placenteras, es lo que te impulsa a seguir corriendo a pesar del dolor físico, el cansancio o incluso la enfermedad, es lo que hace que nos volvamos a enamorar, incluso después de una decepción. Y si esta nueva relación sobrevive a los efectos de la dopamina, entonces la cosa mejora aun, con los efectos de la oxitocina y la vasopresina; neurotransmisores secretados cuando abrazamos a nuestros hijos (ahora sé porque instintivamente he deseado desde hace mucho tiempo tener hijos, soy fan de estos neurotransmisores seguramente), cuando reímos con nuestros amigos, e incluso cuando pensamos en nuestro ser amado, y se aseguran que estemos bien acompañados en esta mega aventura llamada vida. Sal a vivirla, arriésgate, diviértete, cánsate y no dejes que los demás te cuenten lo que es vivir.

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2 Comments:

Blogger Gaby said...

y mis amigos se quejan que soy una intensa en el deporte! Es una agradable adicción.

domingo, agosto 22, 2010 9:50:00 p.m.  
Blogger Niuqaoj said...

...mas que una queja debe ser mera envidia, que no puedan imprimirle esa intensidad; btw es genial que alguien lea lo que escribo jijiji tks peque! :P

domingo, agosto 22, 2010 11:16:00 p.m.  

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