lunes, septiembre 28, 2009

Sólo hay un tú y un yo

Tú llamada ha desencadenado en mi tantas cosas, he pensado mucho en ti, en todo lo vivido, en nuestro tiempo juntos, el pasado que tanto futuro creí poseía, el presente que no tenemos tú y yo, y tratando de vislumbrar aunque sea un fantasmita, un reducto, una fracción de futuro para dirigirme en esa dirección, sea cual sea, sin dejar de lado por supuesto el presente que tanta influencia tiene sobre el futuro que forjaremos.

Desearía saber que enigmas me esconde, cual es el camino que debo tomar, donde encontrare el alimento de mi fuerza, mi alma y mi corazón, que será lo que nutra mis sueños y esperanzas, donde invertir mis energías y mis fuerzas sabiamente para seguir avanzando y rodear lo menos posible en dirección a mis objetivos y metas, satisfaciendo lo más posible todas mis expectativas y mis deseos, creciendo día a día, convirtiéndome en la persona que me prometí ser, sin importar presiones externas ni supuestos modelos impuestos por la normalidad de una sociedad desgastada y decadente, falta de valores y principios, que me consume y me rechaza.

Sea cual sea mi futuro, estoy convencido que no importando el tiempo, ya sea ayer, hoy o mañana, sólo hay un ser humano como tú, y uno sólo como yo, ni en el pasado, ni en el futuro, habrá ni hubo otro igual a mi, otro que te ofreciera su tiempo, sus victorias, su esfuerzo, y en resumidas cuentas su vida, toda la ponía en tus manos, como niño héroe, fiel a la causa y sin pretextos, dispuesto a todo por defender lo que por antonomasia hacia como suyo, cumpliendo con su deber, convencido de ello, sin obligación ni mandatos de ningún tipo, tan optimista, nutrido y renovado, tan vivo a pesar de que el futuro no fuera más que una incógnita oscura y amorfa.

Al perder está batalla y tener que tomar distancia de esa orografía que conforma tú ser, de esa comarca ganada apenas y a penas, de ese rostro tuyo que no fingía su belleza, de tus manos y una piel que de a poco inventaban un lenguaje en mi ser, tú mirada limpia sin traiciones, tú voz que caldeaba mi risa y me invitaba a soñar, tus labios que dudaban en recibirse o entregarse, todo un suceso memorable, un acontecimiento único e irrepetible, un eclipse o un cometa que sólo una vez en la vida se presenta, algo que dejará huella en la piel como un tatuaje y me marcará como un hecho indeleble en mi vida y mi corazón.

Después de la alegría, después de la pasión, después de la entrega, después la plenitud y después del amor, viene la soledad; llega ese punto en donde uno se siente completamente sólo, sin asideros, sin pretextos ni excusas, sin abrazos, sin besos, sin rencores, sin las cosas que unen o separan; y en esa sola manera de estar sólo, ni siquiera uno se apiada de uno mismo.

Quizá fue una hecatombe de esperanzas, un derrumbe de algún modo previsto pero mi tristeza tuvo un sentido, todas mis intuiciones se asomaron para verme sufrir y por cierto me vieron, hasta aquí había hecho y rehecho mis trayectos contigo, hasta aquí había apostado a intentar la verdad, pero tú encontraste la manera implacable de desahuciar mi amor, con un sólo pronóstico lo quitaste de los suburbios de tú vida posible, lo envolviste en nostalgias y lo cargaste por cuadras y cuadras, y despacito, sin que el aire nocturno lo advirtiera, ahí nomás lo dejaste a solas con su suerte, que no es mucha.

Creo que tienes razón, la culpa es de uno cuando no enamora, y no de los pretextos ni del tiempo; hace mucho, muchísimo que no me enfrentaba al espejo, y fue implacable como tú, más no fue tierno; ahora estoy sólo, francamente sólo; siempre cuesta un poquito empezar a sentirse desgraciado, antes de regresar a mis lóbregos cuarteles de invierno, con los ojos bien secos por sí acaso, miro como te vas adentrando en la niebla y empiezo a recordarte. 

Tal vez, no lo se, nuestro amor fue uno de esos amores de tántalo y azar, que Dios no admite porque tiene celos, ahora que queda, sólo queda medir la fe y que recordemos, lo que pudimos haber sido para ese amor que no pudo ser nuestro, que más.

Ahora existen diez centímetros de silencio entre tus manos y las mías, una frontera de palabras no dichas entre tus labios y los míos, y algo que brilla así de triste entre tus ojos y los míos; pero que vendrá después de la soledad, me pregunto e imagino imposibles, amores que habrán de llegar e irse, seres queridos que perderé en el camino y algunos que se unirán a mi causa, mi espacio y mi tiempo, ese breve instante por el que tránsito con este cuerpo que pretendo usarlo y cuidarlo como sí fuera mío, pero sabiendo que tarde o temprano lo tendré que regresar.

Etiquetas: