viernes, julio 21, 2017

Hoy no amor.


En días como este me molesta viajar por trabajo, particularmente cuando estamos mal, el estar lejos de ti, el extrañar tu olor, sentir tu piel canela, esa tersa sensación de mi ávido tacto en tu perlada orografía, tu humedad, saciar mi sed con el perfecto sabor de tu sudor, y no poder hacer nada, mi cuerpo no es el mismo sin ti, lástima que no te compartas conmigo, a plenitud, que no te entregues, renunciándote incondicionalmente.

Pero si de extrañar vamos, extraño el que me mires con esos ojos inundados de pasión, el que me toquen tus manos deseosas, como antes lo hacían, antes, todo me lleva a un tiempo anterior, cuando éramos otros, antes de ser yo, del presente, ya no me miras, no me tocas, como si fuera un forastero de tu soledad; si bien el crecer y madurar es un asunto natural, donde quedaron esos amantes de antes, esos idiotas que no creían en futuros, solo contaban amaneceres de uno en uno, bajo las sabanas, bajo el cielo azul, sin repercusiones en la eternidad; levedades.

Si bien, y aunque estés junto a mí, te siento ausente, distante, incluso de ti, el ajetreo del día a día nos extravía por caminos distintos, vamos inconscientemente alejándonos, buscándonos inapetentes a ratos, embriagados de alcohol y hastío, sin encontrarnos verdaderamente, líneas secantes, que alguna vez colisionaron en un big bang de deseo para jamás volver a tocarse, orbitándose pero no como antes, no con ese deseo ferviente, con ese afán insaciable del uno por el otro, con ese constante cosquilleo, esa inquietud de saber del otro, de hundirse hasta perderse en la otra persona.

¿Que nos pasó?, en qué momento nos perdimos, cuando deje de añorar tu desnudez, cuando dejaste de sentir ese deseo por mí, cuando te convertiste en una representación distante y mal trazada de ti, ¿Qué es lo que quieres de mí?, ¿Por qué me rechazas?, ¿Por qué te niegas al placer de sentir?, como nos podemos amar si nos destruimos cotidianamente y sin escrúpulos. Y como volver atrás de tanto abismo sin fin, será que salte y sucumbí, imprudente como soy, ciegamente a mi deseo e inconscientemente me aleje de ti, o me arrancaste de tajo, sin titubear de tu ser, tan indiferente que ni te percataste.

Si alguna vez soñé con ser un traidor de tu calor, si alguna vez pensé que podría cruzar esa línea, que pensamiento me llevo ahí, creí que sería enteramente por culpa tuya, pero ¿realmente es culpa del otro?, quizás es accidental tropezar alguna vez, quien sabe, tal vez un tanto intencional, pero más ocasiones, aquello deja lo fortuito de lado, y lo convirtió en un escaparate del cuerpo, una salida de adrenalina, una sobredosis de dopamina, convirtiendo tus “hoy no amor”, en autoengaños, tu pensando en que tenemos toda la vida por delante, buscando repercusiones en lo eterno, y yo creyendo que obligadamente e irremediablemente mañana no estaré aquí.